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Hablamos todos los días ¿Cuántas veces nos detenemos a pensar sobre el poder de lo que decimos?

El lenguaje es de las mayores creaciones del ser humano, apareció hace 50 mil años y hace 7 mil desde que empezamos a escribirlo. Nos ha permitido comunicarnos a través del tiempo, expresar lo que sentimos, nuestras ideas, intereses, nos ha permitido consolar, amar e incluso herir, odiar y destruir. Nos ha permitido dejar huella, tanta que la línea pasado-presente-futuro se diluye en unos cuantos miles y millones de palabras en libros, textos, memorias, diarios y hasta las mismísimas notas en tu celular o escritorio. Ahora mismo, uso las palabras para intentar descifrarlas.

La palabra es asociativa por excelencia, y totalmente construida en base a lo que aprendemos desde nuestro entorno social y familiar. La palabra y el lenguaje también grafica nuestra primera visión del mundo, lo moldean, lo adornan de maneras que una persona que habla nativamente, por ejemplo, el quechua, no ve el mundo igual a una persona que habla nativamente castellano. Por el simple hecho que hay palabras que incluso no tienen traducción exacta y han sido elaboradas en base a la cosmovisión de cada cultura, sociedad, etc.

La palabra amor no existe en quechua, porque proviene de latín, y cuando se quieren referir a la persona con la que comparten su vida, podrían decir Warma Cuyasjai que significa «persona amada». Esta mínima referencia puede que no sea suficientemente densa como para hacer una comparativa, pero sí hay que reconocer que hay una gran diferencia entre pensar (recordemos que el lenguaje es expresión de la mente-idea) que alguien es tu novio a que alguien es “tu persona amada”.

De mis palabras favoritas, una en Hindi: Viraha. Es el descubrimiento del amor a través de la separación. A veces alejarnos de alguien es lo más doloroso, pero a su vez necesario para descubrir lo que previamente no podíamos nombrar: nuestro amor por esa persona. Que hay amor incluso en una ruptura. ¿No te parece una palabra poderosa? No solo por su significado, sino por su fuerte connotación en nuestro entender humano. Nos hace ver las cosas de manera distinta, nos vuelve más agradecidos, más compasivos y mucho menos rencorosos. Incluso en momentos tan fuertes por los que todos hemos pasado y donde tal vez, no nos enorgullezca la forma en la que lo sobrellevamos.

O una tan sencilla como la palabra Recordar, que casi siempre la utilizamos y es mucho más cotidiana. Viene del latín «recordari, y desmenuzando las raíces: re (de nuevo) y cordis (corazón). Recordar quiere decir mucho más que tener a alguien presente en la memoria. Significa «volver a pasar por el corazón» O sea, wow.

“Es posible conseguir algo después de tres horas de pelea, pero es seguro que se podrá conseguir con apenas tres palabras impregnadas de afecto”.Voltaire, escritor francés


En fin, todo este texto tiene un objetivo y es el de (re)valorizar el lenguaje. No te pido que aprendas Quechua o Hindu o cualquier otro idioma que creas que tenga palabras más “poderosas”, ni que te averigües todas las etimologías (aunque podría resultar interesante), sino que con exactamente el mismo idioma que hablas, con el que te identificas, con el que te expresas, con el que transmites al mundo tu personalidad, tus valores, principios e ideales. Con el que sueñas, vives, lloras, ríes. Con ese mismo idioma, se consciente del poder de tus palabras. Consciente de que puedes ser el bálsamo correcto para sanar miles de heridas, tuyas y de otros, o el veneno latente que destruye todo a su paso, incluso a sí mismo.

Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons Reconocimiento 4.0 Internacional.

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Sebastian AlanyaSebastian Alanyaoctubre 16, 2024

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