Tanto tiempo ha pasado, entre tres y cuatro generaciones de peruanos y peruanas, libres e independientes, por la voluntad general de los pueblos, y por la justicia de su causa que Dios defiende, pero ¿cuándo tergiversamos la libertad con libertinaje? ¿cuándo pasamos de independientes a que no nos importen los demás? y, sobre todo, ¿cuándo decidimos hablar del Perú y referirnos solo a nuestra burbuja social?
En uno de los debates de la primera vuelta, el candidato del Partido Popular Cristiano (PPC), Alberto Beingolea, dijo algo que resonó en cada una de mis neuronas: El Perú está viviendo una de sus peores crisis, la crisis de valores.
No pude estar más de acuerdo con esa afirmación tan dura, directa y llena de verdad. Nuestro país vive una crisis sanitaria, una crisis política e incluso una económica, pero la crisis que se ha ido gestando por mucho más de nueve meses, ha sido la crisis de valores o en realidad, la crisis de la falta de valores.
Esta se ha enraizado, se ha apoderado de todo el territorio, ha crecido de nuestro vientre y ha pasado de ser un feto en formación a ser un tumor, un cáncer, una enfermedad terminal que nos agota, cansa, debilita. Una enfermedad que nos llevará lentamente a los lugares más oscuros de nuestra historia.
La educación sin valores parece hacer al hombre un demonio más inteligente.
El autor inglés, C.S.Lewis
¿De qué nos sirve una educación basada en conocimientos y que prescinde de valores? ¿De qué nos sirve saber miles fórmulas, teorías, métodos y procedimientos, si al final vamos a aplicarlos para manipular, desinformar, herir y sacar provecho de los demás?
Los valores están ligado a la parte más espiritual de ser humano, están ligados a un entender personal, a una reflexión sobre los caminos que queremos seguir en esta vida. Los valores son los principios que nos facilitan elegir la ruta del amor y la bondad en lugar de la indiferencia e ira.

Somos los jóvenes quienes tenemos la enorme tarea de construir un Perú cada vez más justo, más reconciliado y fraterno. Debemos ser honestos con nosotros mismos, debemos deconstruir nuestras afirmaciones de una sociedad decadente y empezar a hacer lo que es correcto. Rodéate de gente con valores y si no las encuentras, rodéate de gente que esté en proceso de descubrirlos. Todos nacimos como recipientes vacíos y es nuestro entorno quien nos ha alimentado de ideas no del todo positivas. Rodéate de gente que sepa esto, y descubran juntos el camino más sensato.
Practiquemos el desinterés, la empatía, la solidaridad, la honestidad, la responsabilidad, la coherencia, la disciplina, la bondad día a día. No vamos a iluminarnos de la noche a la mañana, esto es cuestión de práctica. Pero una vez empieces a cultivar esa luz en tu interior, más personas seguirán tu ejemplo, y es esa luz la que alumbrará el mundo.
“En el momento en que abandonas tus principios y tus valores, estás muerto, tu cultura está muerta y tu civilización está muerta. Y punto.”Oriana Fallaci, escritora y periodista italiana.
Hemos quebrado los espíritus más nobles, esos que sueñan con un Perú mejor, y les hemos arrebatado las esperanza, el deseo, el motivo. Los hemos hecho rendirse. Ya no más. Cambiemos el chip, no decaigamos. Por ti, por mí, por todos, encendamos esa chispa que nos permitirá salir adelante, juntos. Tal vez no lleguemos al Bicentenario con nuestra mejor versión, pero podemos llegar al Bicentenario dispuestos a empezar el camino.
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