Va a haber aquellos que se sientan aliviados y otros quienes se sientan temerosos, va a haber quienes se sientan felices y otros quienes se sientan enojados. También va a haber aquellos quienes, tras los primeros resultados, lancen un suspiro más largo de lo habitual, uno abrasador que intente llevar ese calor por todo su cuerpo, ahora, escarapelado. Va a haber aquellos quienes, en lugar de suspirar, contengan de manera prolongada el aire en sus pulmones. Como si con ello, el tiempo pudiera detenerse. Va a haber los negacionistas e incluso también los que gritarán fraude a viva voz. Va a haber quienes lloren, quienes la emoción les gane y terminen descompensándose. Va a haber quienes tenga la botella de agua de azahar a la mano, pero que a la velocidad de un parpadeo, se encuentre vacía. Va haber aquellos quienes tengan maletas listas en la puerta, quienes piensen que su democracia y libertad ha sido arrebatada, justamente, en una elección democrática y libre. Va a haber quienes piensen que al fin han sido escuchados y mantengan una esperanza entre tanto miedo. Y va a haber, ese mismo peruano, esa misma peruana, de realidades distintas, de mundos distintos, de polos opuestos y gustos marcados, de diversidad de lengua y de múltiples colores, va a haber casi 33 millones de personas que votarán con una buena intención, porque sea quien sea, va a haber una buena intención, va a haber un sentido de tener la razón pero, sobre todo, va a haber un sentido de querer lo mejor para el Perú. Porque nos han hecho dividirnos, pero va a haber aquellos que se den cuenta que todos votamos con la misma intención. Nos es con odio, tampoco con miedo, sino con lo que cada uno cree que será lo mejor para el país. Va a haber aquellos… quienes independientemente del resultado, se levanten al día siguiente, a construir el Perú de sus sueños.
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